Primero el esfuerzo está fijado en identificar formas y figuras que vemos, y en lo posible en darles un significado: estrellita, pio- pio, sol, pelota, flor…

Luego interesarse por pintar y dibujar.

Aunque al principio salgan solo rayas un poco curvadas.

Mejor con crayolas o con tizas en superficies grandes y planas para apoyar bien las manos.

Quizás hacerlo con las dos manos a la vez aunque salgan garabatos.

Un círculo con ojos y una gran boca, tres pelos, una barba y ya está:

¡He dibujado a mi abuelo!

Cuánto ilusiona a los niños poder graficar, ver que de sus propias manos salen figuras que representan la realidad que ven, tocan y conocen.

Cómo se parecen esos trazados que consiguen realizar a un arbolito, una flor, un perro o un gato.

Que tal un pececito en medio del agua.

Una flor mirando a los rayos del sol.

Un conejo que salta.

Ahora pintar, dice mi nieta pequeña, después de un rato de hacer trazos de colores en el papel dice: ahora por el revés del folio y vuelve a empezar… pero con una idea muy distinta.

Qué gran alegría poder compartir nuestro tiempo con niñas o niños pequeños.

Su estado de ánimo y sus sentimientos casi siempre resultan contagiosos.

Verles sonreír, hablar y cantar mientras se mueven nos alegra el rato.

Cuánta energía derrochada solo en correr y jugar.

Repetir y repetir una misma actividad simplemente por disfrutar.

Escuchar sus preguntas, captar sus diálogos, y poder participar

¡La vida a los dos o tres años es vibrante y divertida!