Miradas

Cuando observamos una misma situación vivida, no necesariamente la vemos de igual forma.

Dos personas cercanas que observan un mismo hecho suelen fijarse en diferentes detalles.

Esto sucede en el nuestro grupo en cada una de las reuniones.

De allí la riqueza de poder contrastar en un ambiente relajado y tranquilo nuestras diferentes miradas.

Ojalá que esto mismo nos sucediese también en la vida diaria. Porque la mirada de los niños/as no es necesariamente coincidente con la mirada de los adultos.

Que bueno sería que pudiésemos siempre contrastar, con el ánimo de poder sumar y no para confrontar y oponer, la visión de las cosas que nos suceden a diario.

Poder compartir nuestras «miradas» con las «miradas» de las personas que habitan nuestro tiempo y los espacios donde transcurre el día a día.

 

El arco iris

A las niñas y niños pequeños les encanta el arco iris, fenómeno natural que no vemos con frecuencia, de allí que por ser algo extraordinario, nos sorprenda el vivir la experiencia de verlo y quisiésemos que durase mucho tiempo sin difuminarse.

El arco iris es una consecuencia de la dispersión de la luz del sol cuando se refracta (o sea que se separa por frecuencias o longitudes de onda, y por lo tanto por colores) al reflejarse en las gotas de agua de lluvia. El color rojo es el que menos se refracta  y se encuentra en la parte exterior del arco.

Menos frecuente es el arco iris doble, el cual incluye un segundo arco más tenue con los colores invertidos, es decir el rojo hacia el interior y el violeta hacia el exterior.

Este de la fotografía lo vimos en una tarde lluviosa de esta primavera, y se le veía hasta adentrándose en el mar.

Comúnmente se suele aceptar como siete los colores que componen el arco iris: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, añil (llamado también índigo o azul oscuro) y violeta.

Está formado por tanto por los 3 colores primarios rojo, amarillo y azul.

Los 3 secundarios o de frecuencias intermedias:

Rojo y amarillo = naranja     Amarillo y azul = verde    Azul y rojo = violeta

Para un total de 7 colores, incluyendo también al añil (color que se ve entre el azul y el violeta).

En la guardería y en el colegio, los niños y niñas muchas veces pintan o dibujan arco el arco iris, resulta vistoso, pero además ayuda a aprender a trazar semicírculos paralelos… todo un muy importante trabajo gráfico preparatorio al aprendizaje de la escritura.

Ver, jugar y navegar

En la última década, en muchos hogares han aparecido un conjunto de rincones para ver, jugar, interactuar y navegar. Además del salón, también en las habitaciones existen televisores y ordenadores, sin contar los variados dispositivos móviles, con pequeñas pero muy llamativas e intrigantes pantallas.

El grupo de pares y este nuevo entorno tecnológico dicen, que hoy en día, contribuyen a la socialización de los niños y niñas. Desde los 2 años encienden y apagan estos dispositivos, a los 3 contestan el teléfono, a los 4 controlan los canales de la tele, a los 5 utilizan el ratón y a los 6 ya se interesan en escribir usando el teclado.

Hasta los catorce años, aproximadamente, la convivencia con las pantallas son la prioridad máxima en el ocio de los jóvenes, luego será salir de casa para estar con los amigos. La interacción entre ellos con los móviles, Internet, y en particular las redes sociales (ya sea Facebook o Tuenti), prolongan el rito de convivencia diaria en el grupo de amigos.

Los padres han dejado de ser el referente principal de los hijos adolescentes, y están siendo reemplazados por los modelos musicales, artísticos y deportivos de moda, que son los que protagonizan los diferentes relatos audiovisuales y multimedia.

En la actualidad existe en muchas familias un descentramiento de la autoridad familiar, que pierde los exclusivos límites del territorio familiar, donde el “cuarto de estar” marcaba las pautas de convivencia y conversación. La figura de los progenitores convive con otros referentes: modelos y patrones existentes en los relatos deportivos, musicales, artísticos, y sobre todo publicitarios.

Los padres se convierten para sus hijos en “referencia compartida”, lo que con frecuencia provoca contradicciones y tensiones, los modelos de conducta que propugnan los padres son diferentes, con frecuencia contrarios, a los que los hijos consumen a diario a través del entorno digital.